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Reencantar el mundo: astrología para el 2022

 

¡Hola cibergente! En este posteo, desarrollo extensa pero no tan profundamente las tendencias astrológicas del año 2022. Pónganse cómodes, con el mate listo, que hay bastante info para leer. ¡Comencemos!


Una introducción numerológica

El relato sobre este año puede ser divisible en dos, haciendo un juego de palabras —más bien un juego de números— de la cifra 22, donde obtenemos dos mitades, o dos partes. De los doce meses del año, resultarían en dos conjuntos de seis meses cada uno. Sin embargo, estas mitades van a estar intercaladas, haciendo que la primer mitad se entregue en dos tandas, una de cuatro meses y otra de dos. Con esto me refiero a que de esas dos mitades vamos a obtener en realidad tres momentos del año: un primer momento que va de enero a abril, un segundo momento que va de mayo a octubre, y una especie de «bis» del primer momento que serán los meses noviembre y diciembre.

Si tuviera que elegir un arcano del tarot para representar el año, sería la carta de “Los Enamorados”, siendo que la suma de 2022 da 6 (2+0+2+2).  Otra opción es elegir el arcano de "El Loco", un poco por la quiniela, y otro poco porque es la carta que sigue a la número 21, que es "El Mundo". Pero, la carta de "El Loco" en realidad no tiene número, o tiene el número 0. Así que mantengo la carta número 6. Aunque esta carta en parte representa ese mensaje obvio del amor, también augura la posibilidad de elegir, de experimentar y explorar de una manera entregada. Numerológicamente, el 6 representa en relación a esto una actitud de modestia o humildad.


Saturno y Urano: el «calambre estructural»

El motivo principal del año sigue siendo la integración ¿o el enamoramiento? de dos esferas contradictorias, representadas por Saturno y Urano, cuyo significador principal es el «calambre estructural» generalizado: el orden, las instituciones y el control, ante la novedad, lo incierto y los imprevistos. Estos dos planetas continúan en idas y vueltas para dar cierre a su histórica alineación que abarca los años 2020, 2021 y 2022. Esta dinámica entre Saturno y Urano ocupa todo el año, en desplegadas intensidades, y por ende todavía sigue siendo un año donde la «nueva normalidad» se irá acomodando. Si bien tendremos mayores permisos y libertades, no es todavía un momento de estabilidad o definición asegurada en las zonas Tauro y Acuario de nuestras cartas natales. Habrán entonces ciertas esferas de la vida que todavía están en esta intensa reconstrucción, y demandarán un último esfuerzo para lograr acoplar estas dos inteligencias que parecen ser excluyentes, cuyo desafío es lograr asimilarlas en formas novedosas para la vida de cada quien.

Para esto, basta con jugar un 50% para cada bando, pudiendo ocupar ambos roles a la vez: por un lado, buscar estabilizar aplicando cierta disciplina y organización; por otro lado, habilitarse a dejar que todo se desordene y adopte una mecánica propia que esté más allá de nuestro pensamiento habitual. Las cosas pueden desorganizarse para reinventarse de nuevo. Ese es aún el pulso de las cosas hasta el final del 2022.


***


Primer Round: de enero a abril

El primer momento del año, que ocupa cuatro meses, está signado por la presencia de Júpiter en Piscis. Para las personas nativas de este signo, y también aquellas del elemento agua (Cáncer y Escorpio), Júpiter abrirá caminos de crecimiento y superación de dificultades, gracias a las oportunidades que éste planeta representa. En la zona Piscis de cualquier persona —el área específica donde se encuentre Piscis en la carta natal— aparecerán los indicios de expansión para quienes cultiven un sentido de entrega a las experiencias que ofrece este tránsito. Otros movimientos más sutiles que acompañan a este planeta indican que las soluciones más simples son las más exitosas, otra forma de decirlo es que la disolución es el canal a la expansión en este período. Entre menos busquemos tener el control de lo que pasa, más certezas lograremos cultivar.

Lo importante de este primer momento del año es saber confiar en que lo que se cae se está sembrando, lo que soltamos está cumpliendo su ciclo para volver como algo fresco. Eso que se va no es cualquier cosa, sino que responde a un momento específico, que puede rastrearse a finales de 2009 —otras pistas están en 2012, 2016 y 2019 y tiene que ver con un ciclo de 13 años acerca de las creencias colectivas: el recorrido de Júpiter y Neptuno. Estos dos planetas se unen este año en abril, y configuran un nuevo camino. No es fácil expresar en palabras este suceso, porque es más como una epifanía, o gran ola de emoción colectiva.

A nivel personal, se trata de un sendero sutil en el que nos lanzamos a diseñar nuevos sueños o ideales; anhelamos unirnos o nos encuentran emociones confusas; o que se manifieste una desorientación que nos piden desamarrar algo que tiene mucho significado. La unión de Júpiter y Neptuno es esa gran ola que barre con direcciones y proyecciones del futuro, ilusiones o sueños que construimos como si fuesen un castillo de arena en su encuentro previo en 2009, despejando la superficie para dar lugar a un “paquete actualizado” de convicciones a construir.

Neptuno es un gran inspirador: disuelve los límites para abrirnos a una sensibilidad profunda, donde el silencio comunica internamente más que las palabras. En este contacto planetario, se revelan los engaños e ilusiones que dicen unirnos pero en realidad nos separa, como una suerte de pantalla de niebla, humo o cristal que obtura con fantasías lo que en realidad ocurre. Como si hundiésemos la cabeza en otra dimensión, algo que vivimos cotidianamente sin percibirlo desde la invención del cine, el televisor o el smartphone (y próximamente: Metaverse, la evolución de Facebook). Creo que caerán estos velos, para quizás entrar en otros sin darnos cuenta, siendo el pasaje de un engaño al otro el momento de decepciones. Esta unión de planetas expansores representa la oportunidad de tomar consciencia sobre estos desplazamientos y dar con una realidad aumentada más por la sensibilidad que por la tecnología. El dominio neptuniano por excelencia son las imágenes: ellas transmiten la información por resonancia y empatía, y permiten entendernos de una manera no racionalizada, mucho más comunal y simultánea. Al recibir a Júpiter, Neptuno lo amplifica, expandiendo a un nivel global un mensaje de unión, compasión y posible sanación planetaria.

De esta manera, en 2022 arranca un proceso de alguna manera filosófico donde la realidad de las creencias se expande, y donde nos encontrarán las emociones compartidas cuando se vean disueltas ciertas verdades que nos orientaban. Algo de lo asombroso, surreal y maravilloso se pone en juego con este contacto, como si fuese un espejismo al que vamos no porque sea perfecto sino porque no hay otro lugar donde ir. Si bien puede ser una vía de escape, también puede ser una salvación, y se pacta como la fuente de nuestras utopías por los próximos 13 años.

La inspiración viene después de la renuncia o el sacrificio: Júpiter en Piscis nos visita para crecer culminando una etapa en nuestra vida, darle fin a un ciclo y encontrar en ese final el sentido del próximo nivel al que estamos llegando. Hay cierta melancolía o angustia por eso que se deja, aunque también fascinación o excitación por el destino que presenta el proyector. Esta nueva realidad recién está comenzando, y lo hace desde parámetros actualizados, si es que comprendimos qué es lo que debía extinguirse durante el 2020. La melancolía de buscar aquello que ya no volverá puede aparecer si retrocedemos para repetir los mismos patrones, si nos alienamos y rebelamos resistiendo tercamente a los cambios que necesitamos.

Durante este tramo del año la evolución se sentirá algo obligada, y ahí tenemos la opción de elegir: si obsesionarse con el pasado, alimentando con rencores el presente; o construir el futuro aún con la incertidumbre que genera saber que las estructuras obsoletas no se están reproduciendo. Hay un nivel en el que tenemos que sanar colectivamente, y para esto, es necesario recuperar rituales y tradiciones sin caer en lo oxidado de su repetición automática. Tenemos la oportunidad de revisar lo que persiste para rescatar aquello que nos permite salir adelante, y sobre todo, aquello que nos permita restablecer lazos comunitarios y creer en la unión. Esta es la función de los rituales, y los espacios de encuentro colectivo son una bendición que podremos esperar en el 2022. No volveremos a ver con los mismos ojos esos momentos, y ahí es donde empezarán a cobrar sentido los acontecimientos tan bruscos que caracterizaron al 2020.


***


Segundo Round: de mayo a octubre

La segunda parte del recorrido del 2022 ocurre entre los meses de mayo a octubre. En estos seis meses, Júpiter ocupará los primeros grados de Aries. Esto se traduce en experimentar con una iniciativa, con proyectos que se impulsan con gran envión y nos conducen a dar un paso adelante superando la sensación de caída de la energía de Piscis. Este tramo es una instancia de prueba, de ensayo y error en el que podremos despejar las rutas que no serán las más convenientes para el año siguiente, cuando Júpiter completa su recorrido en Aries. Teniendo en mente que Júpiter regresará a Piscis durante noviembre y diciembre, este ingreso temporal de Júpiter en Aries se trata de apostar por lo nuevo sin tirarse de cabeza, para abrirse camino por lo más personal, buscar la novedad y movilizarse por la autonomía.

Hay un pulso más conflictivo en esta etapa debido al aumento de voluntad que Júpiter en Aries indica: cada camino que se abre está irrumpiendo en el espacio y teniendo encontronazos con otros caminos. La puesta en conflicto de lo establecido es una tendencia fortalecida por los eclipses este año, que afectan a la zona Tauro y Escorpio de nuestras cartas. Para irrumpir en la realidad, la clave es saber cómo afrontar la resistencia de esa realidad y su estado naturalizado de las cosas. No hay novedad que no ponga en crisis lo que ya existe, toda nueva ruta demanda actualizar los mapas y desechar los anticuados. En este tramo del año no se trata de ir de la idea a la materia, ni del deseo a la forma. Sino de dejar que lo exterior reacomode las cosas por dentro, antes de intentar plasmar lo nuevo en el mundo. El camino que buscamos no se trazará de manera lineal siguiendo el deseo y la voluntad, sino por los golpes y tumbones que el contexto presenta como resistencia. Otra manera de decirlo es que esos deseos y voluntades van a ir cambiando de manera subterránea y por ende poniendo en crisis la linealidad mental de las iniciativas o proyectos, lo que va naciendo de eso que irá cambiando. Por ese motivo es que no hay que apostarlo todo en este año por esos nuevos proyectos o hacerlo sin impostarles un destino y buscando crecer desde ese riesgo—. Pero si acercarse, experimentar y desarrollar un boceto, como una línea guía para luego trazar otro dibujo.

Entre agosto y octubre esto cobra más sentido mientras sucede "el último calambre" entre Saturno y Urano. Esta fricción se da con ambos planetas retrógrados, y eso los pone como en igualdad de condiciones. Siendo ya el quinto chispazo de ambos planetas en tres años, al estar retrógrados parece indicar un arraigo de esas nuevas estructuras sembradas; la última demolición del viejo panorama; el trueno con más demora que dice va terminando la tormenta; el desorden resultante del terremoto donde todo cambió de lugar sin detenerse. A partir de este período, el calambre se va aflojando progresivamente y la "circulación" comienza a fluir.

En este tramo es importante abrazar los cambios, y crear sin resistir a las formas que vayan emergiendo del caos. Urano se vuelve el protagonista de estos meses, volviendo muy impredecible, experimental, y poco estático lo que se supone es una base segura. Pero esto sucede por motivos evolutivos. Para que pueda nacer la semilla que representa Júpiter en Aries, el suelo no puede estar ni muy seco ni muy compacto. Para que crezca su raíz, la semilla necesita la presencia del agua profunda, y ausencia de luz en ese nivel. Eso lo está indicando el movimiento de eclipses en Tauro/Escorpio durante octubre y noviembre: Escorpio es esa falta de claridad del resultado final, sostener el proceso y batallar contra la posibilidad de que nada crezca; Tauro representa aquí una inteligencia sabia que viene de la tierra, en dejar que esa planta (nuestro deseo) crezca adaptándose al espacio y al ecosistema en el que crece, respetando su ciclo, dejándola ser libre. De eso se trata esta segunda etapa del año.


***


Tercer Round: noviembre y diciembre

Los últimos dos meses son un eco de la primer parte del año, y apuntan a ser un cierre de experiencias. Mientras la última campanada de Saturno y Urano va haciendo su eco, van decantando los eclipses y Júpiter repasa los últimos grados de Piscis. Estas combinaciones me traen la imagen mental de sentir que estuvimos caminado en círculo, volviendo al lugar de inicio después de creer que estábamos avanzando. La tendencia del "segundo round" es correr, apurarse y lanzarse a las experiencias por el placer de iniciar, avanzar, competir, inaugurar, o innovar. Y esto podría llevarnos de cabeza a la frustración, para limpiarnos la derrota y seguir intentando. Los eclipses en Tauro van a renovar nuestro sentido de la calma ante las experiencias, y quizás podamos recuperar cierto valor por el disfrute de lo simple, lo mundano, la paciencia y la permanencia que hemos perdido socialmente con el auge de las tecnologías digitales, que nos permiten tener un mayor control, observación y seguimiento de las cosas —¿pero quién controla, observa y sigue a quien? ¿El usuario a la plataforma, o viceversa?—.

Con este bonus de la vibra pisciana, es más sencillo entregarnos y entender el sentido de aquello que debamos renunciar, que ahora quizás tome más la forma de una ofrenda. Quizás con desamparo, donde lo transitado en el "segundo round" no es irrecuperable pero queda algo deformado, y haga falta una reexploración sobre el territorio que anteriormente andamos, algo de lo que se encargará Marte retrógrado en Géminis. Con los movimientos en Tauro, Escorpio y Acuario, el panorama cambió y debemos actualizar el registro que tenemos, sondear y conocer de nuevo.

Empieza a abrirse el camino de ida una vez que Júpiter reingresa al signo Aries a fin de año, camino que probablemente caminemos con cierta desconfianza hasta que veamos que ya no cambia tanto como antes. Esa sensación de estabilidad y seguridad aparece en marzo del 2023 con el fin de la retrogradación de Marte, mientras que Júpiter en Aries ya decantó lo suficiente para permitirnos meternos a fondo en el proyecto o camino que hayamos podido crear.


El machete del año: el énfasis en Capricornio 

Un comentario final, para hacer un poco de síntesis. Este año viene con dos Lunas nuevas en Capricornio que abren y cierran el año, y con Mercurio retrogradando de signos de aire a signos de tierra. Hay mucha actividad, particularmente por Venus y Mercurio retrógrados, en una zona específica del signo Capricornio (el último decanato), donde está actualmente Plutón. De esto puedo decir que el año trae muchas oportunidades para reconstruir, pero que los lugares para empezar son interiores, no exteriores. Las dos Lunas nuevas en Capricornio nos permitirán hacer este ejercicio experimental de balance en “cómo arranca” vs. “cómo termina”: para lograr una comprensión del tiempo y el esfuerzo a nivel emocional, de cuánto y cómo hay que invertirlos y cómo nos relacionamos con las expectativas de los resultados. Progresivamente nos estamos acercando a un giro en la realidad muy avanzado, y la astrología actual nos va preparando para eso, haciendo tanto énfasis en la zona Capricornio, y particularmente sobre Plutón —el gran transformador—, que está próximo a cambiar de signo entre 2024 y 2026.

Entonces, tanta actividad en Capricornio —que en el corto plazo viene del 2019 y 2020, pero más profundamente del 1989 a 1993— nos alerta de una urgencia de reestablecer las estructuras que gobiernan la realidad. Y eso si bien tiene muchas escalas, de la que podemos ocuparnos individualmente es la escala temporal en la que nos manejamos. Quizás, muchos problemas personales que tenemos se resuelven adoptando una nueva relación con el tiempo, el esfuerzo y lo productivo: lo que lleva materializar, construir, reparar, concretar.

Este año nos ofrece experimentar mucho en esta clave para repensar los ritmos en los que vivimos, en los que imaginamos que vivimos, y si las bases materiales fomentan, sostienen o resisten esos ritmos. Probablemente, mucha gente experimente la segunda mitad del año como una pérdida de tiempo o como un fracaso. No porque haya sido inútil lo experimentado, sino porque no dio resultados en el tiempo esperado. Capricornio se caracteriza por volverse una prisión por momentos, y así es como mucha gente vive el tiempo y las responsabilidades últimamente. La reflexión más comprometida pasa por esos canales este año. Quizás, podamos reencontrarnos con lo que el tiempo nos habilita y nos enseña, y reencantar el mundo recuperando un poder al dejar que las cosas vayan a su propia velocidad.


XSIS.-



Comentarios

  1. Mar a brilloso!!!, para decirlo en lengua acuática. Gracias, XSIS, gracias como mil flores por esta comprensión que al llegar a esta alma, se convirtió en brújula. 😻🍄

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